Marcela Lamata: Lo ominoso, cuando falta la falta.







                                       Unheimlich es todo lo que estando destinado a permanecer en secreto, en lo oculto, ha salido a la luz.”(1)

Lacan en su Seminario X “La angustia” invita a sus oyentes a releer el artículo de Freud sobre lo Unheimlichkeit, indicando que “es el eslabón indispensable para abordar la cuestión de la angustia.”(2)
Abordaje referido a una pregunta: ¿cuándo surge la angustia?
En su escrito “Lo ominoso” que data de 1919, Freud nos dice que algo que de ordinario podríamos considerar casual, se vuelve ominoso al agregarse el factor de la repetición no deliberada, transformándolo en fatal, inevitable.
En sus palabras: “Lo ominoso del vivenciar se produce cuando unos complejos infantiles reprimidos son reanimados por una impresión, o cuando parecen ser reafirmadas unas convicciones primitivas superadas.”(3)
Menciona por un lado como ejemplos de éstas convicciones primitivas al animismo, la magia, los encantamientos, la omnipotencia de pensamiento, las actitudes frente a la muerte y las repeticiones; por otro el complejo de castración como factor que puede reanimar complejos infantiles reprimidos y llevar a vivenciar el sentimiento de lo siniestro. Aquello que debería estar oculto se ha presentificado.
Algo de lo escondido, de lo enmascarado, lo enigmático hace su entrada en escena desestabilizándola.
Lo angustioso no es lo nuevo o ajeno, sino algo de lo familiar en la vida anímica que habiendo sido reprimido, retorna.
Uno de sus ejemplos hace referencia a aquellos hombres para los cuales los genitales femeninos son algo ominoso. Marcando que los genitales o el vientre de sus madres son precisamente el lugar de morada de cada quien en el inicio de sus vidas, representando lo antiguo familiar entrañable que tras la represión, retorna hoy extraño.
Al tomar la definición de Schelling, según la cual lo ominoso es algo que, destinado a permanecer en lo oculto, ha salido a la luz, nos habla precisamente de un retorno inesperado. Algo aparece donde debería faltar.
Por otro lado señala que a menudo este efecto ominoso surge “cuando se borran los límites entre fantasía y realidad, cuando aparece frente a nosotros como real algo que habíamos tenido por fantástico.”(4)
Si nos trasladamos a los conceptos lacanianos, podemos pensar que algo del fantasma se conmueve dejando a la luz el objeto a. Este es precisamente el que debe estar velado. Necesita vestirse con una imagen para hacer la escena vivible.
Si el objeto a se presentifica comienza la angustia. Lo real de su presencia hace estallar la escena en la que el sujeto se sostenía.
No en vano Lacan remarca la distinción hecha por Freud entre la experiencia vivencial de lo unheimlich signada por lo fugitivo y el efecto más estable, mejor articulado que nos produce eso siniestro trabajado en la ficción, la fantasía, la creación literaria. Situaciones que de acontecer en la realidad serían ominosas no lo son en la creación literaria y a su vez ésta genera efectos ominosos que están ausentes en la realidad. La ficción puede provocar e inhibir el sentimiento ominoso. He aquí para nosotros una evocación a la función del fantasma. Soportar, velar lo real, defender de la angustia, recubrirla.
Para Lacan: “Lo unheimlich es lo que surge en el lugar donde debería estar el menos-phi. De donde todo parte, en efecto, es de la castración imaginaria, porque no hay imagen de la falta y con razón. Cuando algo surge ahí, lo que ocurre, si puedo expresarme así, es que la falta viene a faltar.”(5)
Lacan dirá que el lugar designado como el menos-phi es el Heim. Esta es la casa del hombre, quien encontrará su lugar en un punto situado en el Otro, más allá de la imagen de la que estamos hechos.
La angustia es señal de la carencia del apoyo que aporta la falta. Y si de ese lugar en el Otro se trata, allí donde el sujeto se constituye, nada es más angustiante si pensamos en el niño, cuando en la relación primera  la falta que produce el deseo es perturbada. Esto encuentra su máxima expresión en aquellas madres que están siempre encima de ellos con su demanda no dando lugar al sostén de una falta, baste como ejemplo la angustia de Juanito.
En el desarrollo de las definiciones aportadas por los diccionarios que realiza Freud se llega al punto en que lo heimlich deviene unheimlich. La palabra heimlich no es unívoca, pertenece a dos representaciones que sin ser opuestas son ajenas, lo familiar y lo clandestino.
Cuando se ha corrido el velo, lo real muestra su presencia, estallan las imágenes, encontrándose allí conjugados heim y unheim, lo más familiar y lo más ajeno.
Lo unheimlich surgirá siempre en forma súbita cuando emerge en el mundo algo que no puede decirse. Presencia de un huésped hostil domesticado, apaciguado, admitido. “Lo que es Heim, lo que es Geheimnis, nunca pasa por los rodeos, las redes, los tamices del reconocimiento. Ha permanecido unheimlich, menos inhabituable que inhabitante, menos inhabitual que inhabitado.”(6)
El análisis lingüístico llevado a cabo por Freud en el texto es resaltado por Lacan y con razón, sabemos que los significantes engendran el mundo del sujeto hablante, cuya característica esencial es la posibilidad del engaño. Nos permiten dormir engañados en la fantasía y la duda. Enmarcan lo que no puede decirse hasta ese momento imprevisto en el que revelan su imposibilidad, no todo puede decirse, algo escapa, algo irrumpe a veces despertándonos del ensueño.
Finalmente, allí,  fuera de toda duda y fantasía, la angustia es lo que no engaña…
La angustia es el corte que deja aparecer lo inesperado, “lo que expresa tan bien el término presentimiento, que no debe entenderse simplemente como el presentimiento de algo, sino también como el pre-sentimiento, lo que está antes del nacimiento de un sentimiento.”(7)
Lo que debía estar oculto ha salido a la luz.

                                                                             Lic. Marcela Alejandra Lamata

Notas
1-Freud, S. (1919) “Lo Ominoso” en  Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu , 1988, t XVII, p. 225
2-Lacan, J. (1962-1963) El Seminario, Libro 10, La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2013, p.52
3-Freud, S. Idem. P. 248
4-Freud, S. Idem. P. 244
5-Lacan, J. Idem. P. 52
6-Lacan, J. Idem. P.87
7-Lacan, J. Idem. P. 87





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